15 octubre 2008

Continuamos en la lucha

En el quersoneso de los Ripios existió en estos últimos meses, lo que le ocurre a toda comunidad que es contaminada con los suvenires de la civilización. En la península ocurrieron: rebeliones, golpes de agujeros, persecuciones, exiliados, sublevados, fugas de cerebros, asesinatos, violaciones y mutilaciones. Las cosas no mejoran, pero tampoco están como hace tiempo, es por eso la ausencia de Ripios que nos narraran sus experiencias. Antes de su fuga a otro agujero, un Ripio sacó de sus Archivos Expiatorios esta historia que les comunico. Mensaje: el formato del blog sigue su curso, historia que lean, historia que desechan. Voy de vuelta a la caverna. Seguiremos informando.


De los Archivos Expiatorios


(Sin recuerdos)


La figura de ese señor era desgarbada, lo hacía ver más sucio aquella lluvia incesante que le caía. Con esas botas y su ropa, parecía un mercante más del muelle uno en el que se encontraba esperando. Su barba crecida y su aspecto iracundo eran los de una persona a la que le han asesinado una vida que estaba resguardada por: una mujer hogareña, la cual fue mancillada con una soga letal que perforó la integridad de su cuello, sin haber dejado rastro de quién hubiera sido el malhechor, para después terminar en el lago del mismo muelle en el que su esposo, en estos momentos, estaba bajo la lluvia. El asesinato había ocurrido hace ya dos meses. En un miércoles 22, a las 22 horas.
Al mes siguiente, sin haber curado la pena y sin que las autoridades hubieran percibido algún indicio, el hijo preescolar y único de este señor, le siguió los pasos a su madre. Según las averiguaciones, también había sido arrojado al muelle uno y fue victima de una sutil soga. La fecha: un sábado 22 a las 22 horas.
Era lunes 22, del tercer mes desde que la mujer del desgarbado había muerto. Miró su reloj, la hora: las 21:30. Después que los protocolos forenses continuaban, él decidió hacer sus propias conclusiones, con lo simple del asunto, él sería el próximo en la lista del asesino, pero, ¿Por qué su familia y ahora él? Dios sabe, habiendo tanto demente en este mundo el desgarbado era un caso más del infortunio del azar. Según sus cálculos él en media hora iba a morir. ¿Con qué instrumento? con una soga ¿Su cuerpo?, sería arrojado al lago. Pero él quería cambiar su historia, quería venganza. Sin ya nada más qué perder estaba preparado para recibir al asesino y mutilarlo con toda el rencor que se había embrionado en sus entrañas. No se pudo aguantar las ganas y gritó al aire.
―Ven por mí, cumple con tu cometido, termina con tu demente tarea.
El reloj transcurrió. Las 22:45, el desgarbado estaba alerta. En eso, una silueta se acercaba a él, desde lo profundo de la neblina una figura abultada se aproximaba al desgarbado. Aquí viene el maldito. Es muy grande, por eso Erika y Julián no pudieron hacer nada. El desgarbado seguía de pie en el muelle, y decidió terminar su cometido. Llevó su mano a su gabardina para sacar una bereta 9mm que tenía preparada para encañonar al asesino quien se acercaba poco a poco hacia el muelle, no se observaba el rostro, pero sí se veía que arrastraba una pesada cadena. Es demasiado tonto para acercarse de ese modo. Ya vi su instrumento, pero si ahora ha decidió hacerlo con una cadena.
El desgarbado no pudo contenerse más y volvió a gritar: ―¡Hijo de perra, me has arruinado la vida, ahora te voy a mandar al infierno!― Cuando su mano estuvo en la bolsa de su saco y buscaba el mango de la pistola, no sintió nada, buscaba con suma excitación en todos sus bolsos y no encontró el arma, lo que sí palpó fue un pedazo rasposo. Rápidamente sacó esa soga que estaba teñida con vestigios de sangre seca.
―Amigo, ¿le puedo ayudar en algo? ―dijo el gordo que se acercó al desgarbado, quien seguía viendo la soga y la llevó a su nariz.
―¿Amigo, se encuentra bien?... Es peligroso que ande por aquí.
El desgarbado miró al robusto y no dijo nada. Seguía anonadado, fue entonces cuando recordó todo. Él era otro en ese momento, era un ser múltiple, tenía dos o más facetas de vida, y cometía crímenes tan perfectos en ese estado de inconsciencia que apenas los estaba descubriendo. Por fin comprendía varias cosas, pero en ese silencio, alcanzó a secar dos lágrimas sordas que empezaban a brotarle y colocó la soga en su cuello, le hizo un severo amarre que lo cerró la entrada al aire, siguió ahorcándose hasta que cesaron sus fuerzas. Cuando el gordo decidió auxiliarlo, el desgarbado tenía que terminar con su demente tarea que se había propuesto, aunque ahora se encontraba en estado consiente, de otra manera no hubiera podido arrojarse a las profundidades de ese lago de muerte.